INFORME
Las familias listas para adoptar en San Luis y el trabajo para flexibilizar las posturas: el rol del RUA y la Justicia
El 85% de los inscriptos inician su búsqueda con la intención de adoptar un bebé o que transite sus primeros años, pero la mayoría de los chicos superan los cinco años. Desde hace tiempo se experimenta un cambio de paradigma donde el sistema prima los intereses del niño por sobre todo.
Detrás de un niño adoptado y una familia que decidió abrir no solo su hogar sino su corazón, hay toda una historia y engranajes claves que componen el sistema de San Luis, tal como los atravesados por una serie de organismos del Estado.
El proceso cuenta con una serie de pasos en donde intervienen los jueces de Familia y Niñez, el Registro Único de Adoptantes (RUA) y hasta el programa Familias Solidarias del ministerio de Desarrollo Humano.
Para conocer más detalles, El Chorrillero consultó con funcionarios y los equipos interdisciplinarios y todos coincidieron en el cambio de paradigma: ponderar el bienestar del niño por encima de cualquier tipo de postura o situación.
Uno de los principales datos oficiales que se desprenden al indagar esta articulación es que hay 38 familias inscriptas en total a lo largo de la provincia. De esa cifra 10 son aspirantes y nueve deben renovar su inscripción.
Dicho esto, el gran desafío que enfrenta el sistema es lograr flexibilizar a las familias que ingresan en la búsqueda debido a que el 85% de ellos buscan un pequeño recién nacido o que transiten la primera infancia.
La psicóloga del RUA, Lucía Monsalva fue clara: “La adopción no es replicar la maternidad o paternidad biológica, sino es ponerse al servicio desde lo emocional, lo social y lo familiar de alguien necesitado de un sostén”.
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“Nosotros también consideramos en la instancia de evaluación de las familias este principio de flexibilidad. No poder hacerlo en un montón de cuestiones, pero a su vez hacer renuncias. Alguien que puede pensar en ser un niño o niña de 7 años, necesariamente está renunciando a toda una primera etapa que ‘se perdió’, pero ese niño va a una familia y le cambias la vida”, sostuvo.
Claro, esta instancia no es nada fácil y cuenta con el acompañamiento profesional con terapia y hasta con talleres con otras familias que hayan atravesado el mismo proceso.
Ahora ¿cómo es el proceso de adopción en San Luis? Existen numerosos mitos alrededor de este punto. El desconocimiento y esas falsas creencias ya instaladas terminan por convertirse en un obstáculo que perjudica tanto a niños, niñas y adolescentes en situación de adoptabilidad como a los postulantes.
La jueza de Familia y Niñez N° 1, Natalia Giunta explicó que de los 9500 expedientes que trabajó a lo largo del año pasado, siete corresponden a procesos de adoptabilidad y guardas preadoptivas.
Cuando la Justicia promueve la situación de adoptabilidad de un niño, se envía un oficio al RUA y comienza la búsqueda de una familia adoptante. En ese momento, se solicitan los legajos de las familias que se encuentran registradas para adoptar. Se selecciona y comienza el proceso de vinculación hacia la guarda preadoptiva y luego la adopción. Este proceso presenta algunos desafíos y los plazos dependerán de cada caso.
“La ley nos dice que previo a declarar la adoptabilidad de un niño o niño adolescente, hay que hacer una serie de medidas y hay que tomar una serie de disposiciones. La norma habla de un mínimo de seis meses donde el niño debe estar separado de su familia de origen. En ese periodo el programa de Familia Solidaria tiene que hacer todas las diligencias necesarias para evaluar si corresponde o no mantenerlo con la familia de origen. Entonces recién ahí vamos a dictar el estado de adoptabilidad. No es algo de un día para el otro”, subrayó Giunta.
A lo largo de la entrevista la magistrada explicó los diferentes casos que se presentan y el funcionamiento del sistema. Por ejemplo, puede ser que una mamá manifieste su deseo de no maternar: “Desde que el bebé nace la mamá tiene 45 días para ratificar su voluntad de dar a su hijo en adopción o retractarse”.
Un gran aspecto a considerar es cómo arriban los niños a esta situación. El pasado con el que deben acarrear puede estar vinculado a abusos, violencia, abandono y hasta complejos cuadros de adicciones. El bienestar de los menores es la misión principal.
“Los chicos vienen con una mochila, vienen con sus cuestiones, tienen que acomodarse y encontrarse viviendo en una familia que también se encontrarán en una nueva etapa”, dijo.
Y señaló que “no son desmedidos los plazos” que cuenta todo el proceso. “Me parece que es acorde”, indicó.
Además, antes de declarar el estado de adoptabilidad deben agotar todas las instancias de vinculación con la familia de origen. Se los puede intimar a los progenitores a que hagan tratamiento psicológico, a asistir al área de fortalecimiento familiar u otras medidas. En el caso de no ver progreso, se emiten los oficios.
Una vez contenidos en el calor de Familias Solidarias comienzan a soltarse y hablar. Allí se producen confesiones y detalles de lo que estaban atravesando.
“Llegan historias muy duras”, añadió la magistrada.
Desde hace más de dos décadas, San Luis no cuenta con instituciones específicas debido a la Ley de Desinstitucionalización. La jueza evaluó qué ventajas y desventajas ofrece el sistema.
“El único contra que se me ocurre es la inmediatez. Por ejemplo, a las dos de la mañana te llaman que hay un niño que está en situación de vulnerabilidad y que hay que disponer el ingreso en familia solidaria, entonces gestionar todo a esa hora es más complicado. Si tuviéramos una institución, deben tratarlo inmediatamente, sin importar la hora. Ahora, los pros son todos. Los chicos están viviendo dentro de una familia, están acompañados, te permite otro contacto más personal y saber realmente qué es lo que está viviendo ese niño. Eso es fundamental”, completó.